Saborea la paz del desapego de bienes materiales, que en su sabiduría, busca poseerse a sí mismo, por cuanto la verdadera riqueza no es tener muchas cosas sino ser dueño de sí mismo y dejarse poseer por Dios.
No son los bienes materiales los que corrompen al hombre sino su ambición desmedida de acumularlos.
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